sábado, 10 de marzo de 2012

La opinión acerca de lo que puede ser justo o necesario es personal y subjetiva de cada cual que emita una. Pero creo que es importante tener una opinión. Y que sea propia.

Por ejemplo, personalmente, no considero ni justo ni necesario que se dificulte el despido de las contratados ineficaces cuando por añadidura no se esfuercen por dejar de serlo.

Personalmente opino que un contratado ineficaz que no intenta corregir su ineficacia es malo para la empresa, por su ineficacia, y malo para sus compañeros de trabajo, porque han de suplir su ineficacia.

Y que si una empresa económica no gana dinero y carece de perspectivas de recuperar la posibilidad de lograrlo, por la razón que sea y sin perjuicio de las responsabilidades que puedan después exigirse en los supuestos de gestión torticera, debe cerrarse y cuanto antes mejor, ya que si no, perjudicará a alguien más en cadena y progresión probablemente geométrica.

Y si empieza por decirse públicamente que la razón fundamental de oponerse a la reforma laboral es que facilita el despido, en mi modesta opinión, que para mí es la más fiable mientras no se me demuestre lo contrario, esta huelga, y menos de la dimensión convocada, ni es justa ni es necesaria.

Tenemos, cada país, una capacidad de generar riqueza y de que los ciudadanos, proporcionalmente, paguen impuestos. Con esos impuestos, que no deben rebasar un predeterminado porcentaje de la renta y riqueza generadas, tiene que bastarle a la administración de ese país para funcionar.

Y cada servicio, en cada país, resultará delimitado por dicho límite de gasto posible, de lo que se deduce que unos países tendrán o no podrán tener determinados servicios y que los que tengan deberán ajustar su calidad y dimensión a las posibilidades de su riqueza.

Una buena administración corta de aquí y pone de allá, pero como no debe rebasar el límite de gasto predeterminado, cada incremento de un capítulo provocará el decremento de otro.

Criticar que sea uno u otro el minorado no lleva a ninguna parte. Es un problema de criterio administrativo. El dinero no ha sido ni será nunca elástico. Cubrir de más una supuesta necesidad, destapará siempre otra.

Excusado es decir que debe suponerse que cada sector, segmento, gremio o grupo social que alternativamente deba sufrir la disminución, tiene derecho a declararse en huelga y echarse a la calle, con el injusto e innecesario, pero también inexorable empeoramiento de la situación económico social.

No se arregla nada con pedir y conceder nuevos créditos. Si acaso, habrá que prorrogar los antiguos o condonarlos en todo o en parte, Nuevos créditos, arruinan a la larga al país, puesto que cualquier entidad de crédito los da a partir del dinero que los ciudadanos del país le confían y si lo presta y lo hace a quien en definitiva no podrá pagar, a quien arruinará a la larga será al depositante del dinero.

Las entidades financieras no son más que intermediarios en la relación mediante que unos ciudadanos prestan dinero a otros. Una relación mediante que todos, dependen de que en el trayecto que supone cumplir las obligaciones de cada cual, genere más dinero, y si no es así, por el mero hecho de circular sobre sí mismo, no sólo no crecerá, sino que se irá consumiendo su valor.

Este país, que es pobre, dado que carece de una estructura económica que le permita competir en el mercado global y allí ganar dinero y generar riqueza, pretende mantener una sofisticada, compleja y desmesurada administración, que tampoco tiene medios para soportar.

Creo que lo que constantemente necesita créditos es insostenible, y lo que habitualmente necesita subvenciones es artificial.

En mi opinión, ojalá que equivocada, estamos corriendo el riesgo de convertirnos en un lugar de ocio, vacación y despropósito. Recomendaría mirarse en el espejo de algunas áreas de recreo cuyos resultados no se ajustaron a sus previsiones y la cometa de su sueño, arrastra una larga cola de importantes créditos fallidos y subvenciones desperdiciadas.

La solución estaría en la creación de los Estados Unidos de Europa, pero como no es probable que en mucho tiempo se logre, nuestra única alternativa aconsejable, sigo opinando personalmente, consiste en apretarse, primero, el cinturón, luego, exprimirse el magín, y por último, pero en seguida, estructurar una economía que resulte competitiva en el mercado internacional.

Excusado es decir que tras de reformar, racionalizar y adelgazar profundamente la administración, poniéndola al alcance del colectivo de nuestros bolsillos.

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