A eso le llaman “gestionar”, ¿sabe usted? Lo que es realmente es despilfarrar.
Los “mejores” llegan al ayuntamiento y como por otra parte es lógico, quieren hacerse parte de la historia local, de modo que lo primero es “hacer cosas”.
Las cosas suelen ser pequeños dinosaurios urbanos. Por ejemplo, una piscina olímpica para un colectivo de alrededor de cuatro o cinco mil habitantes como mucho. O un gigantesco auditorio, apto para que las más afamadas sinfónicas del mundo mundial jamás vayan o vengan a honrarlo con su presencia. Cabe añadir un estadio para cien mil inexistentes aficionados imposibles, un polideportivo apto para celebrar el campeonato del mundo de baloncesto …
¿Para qué seguir, si de seguro en el pueblo de usted tiene muestra visible?
No hay quien pueda, no es posible, mantener un país regado de viviendas unifamiliares con garaje, tres cochecitos, jardín, piscina, cancha de tenis, futbito, golfito y sauna.
Ni país el cincuenta por ciento, más o menos, de la población laboral del cual, pretenda vivir sostenido por un sueldo, salario u otra retribución más o menos similar, procedente de sinecura administrativa inamovible, de trabajo decreciente y retribución progresiva.
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