Consecuencia de que el dinero no sea elástico es la de que
no podamos disponer de más sanidad, más enseñanza ni más investigación que las
que podamos comprar con la riqueza que podamos generar.
El gobierno, ningún gobierno, genera directamente riqueza. La
hace la sociedad, el cuerpo social, con sus esfuerzos, físicos y mentales. El
gobierno organiza, representa, pero no gana dinero, que es cosa de las empresas
que sepamos construir la gente, usted, yo, el otro y la de más allá.
No puede imputarse a ningún gobierno que ni tengamos la
posibilidad de mantener una sanidad, una enseñanza o una investigación de
primera clase, si no tenemos con qué pagarlas.
Estoy seguro de que Rajoy, como hizo Rodríguez Zapatero en
su día, hace cuanto sabe y puede para tratar de proporcionar una España más
cómoda, rica y feliz para el mayor número posible de españoles e inmigrantes.
No hay, sin embargo, más medios que los que hay y la única diferencia está en
el modo de administrarlos.
Si ese modo consiste en administrar de veras lo que hay,
cabe esperanza de sobrevivir con dignidad, si consiste en tratar de administrar
lo que no hay, a la más o menos larga, quebraremos y rehacerse será más
difícil, más largo y con mayor sufrimiento.
No vale de nada patalear, echarse a la calle, mudar de
gobierno como quien muda de postura. Lo útil es determinar la propia capacidad,
ajustar el comportamiento, el modo de vida, a los medios de que se dispone y en
seguida tratar de mejorarlos, aprovechando medios, capacidad, inventiva, a
fuerza de una tenaz paciencia. A medida que mejoren las posibilidades, ir
mejorando el modo de vida de cada grupo social.
Es sencillo y fácil de entender. Es como una familia. Todos
lo hicimos, en este complicado asunto de vivir, y empezamos sin coche, sin
vivienda. Contigo, dijimos un día, pan y cebolla
No teníamos entonces ni seguridad social ni seguro de
accidentes ni siquiera un salario fijo y periódico.
Ahora, antes de casarse, los recién empleados necesitan el
coche de lujo, la vivienda de precio multimillonario y un montón de costosos apechuques
más, a que nosotros llegábamos casi viejecitos o no llegamos nunca.
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