Lluvia y frío
de primavera, dormida.
Despiértala, enciende
los farolillos de papel, la espuma y aquella brisa
que movía las flores
de los cerezos.
¿Quién, decidme, ha hechizado este año
a la primavera
que duerme?
¿Por qué ha vuelto
arremolinándose, la nieve
que fue su traje de novia? ¿Quién
lo ha bajado del desván?
¿Quién
mantiene vivo al invierno?
Baja el río
desmedido.
El viejo truhán, cara de lobo,
se ha escondido en el bosque, en la osera
que el oso dejó vacía
y espera
que caperucita pase
con su capelina roja,
sus zapatillas
y una canción, que canta
para ahuyentar el miedo.
Bajo su manta y su boina,
con los pies escondidos
debajo de la manta del brasero,
tirita, semidormido,
el abuelo,
con un pie todavía aquí, en la tierra
y el otro ya en el cielo.
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