Mejor así. A careta quitada y mirada al descubierto. Cada
oveja con su pareja y la que no tenga, sola.
De uno u otro modo, no cabrá detenerse y Asturias y los
asturianos seguirán, seguiremos nuestro camino, caleya o lo que nos quede.
La mirada que apenas de soslayo nos dedican desde la capital
grande del Estado, me recuerda la versión árabe de la batalla de Covadonga, el
desprecio del bueno de Muza por aquellos cuarenta asnos salvajes que habían
huido, llindiados por un tal Pelayo, a los vericuetos de la montaña.
Vendrán, que nunca se fueron del todo, los que se habían ido
rezongando. Curioso. Es éste un país donde los responsables, que deberían
agradecer el abandono simultáneo de trabajo y la responsabilidad consiguiente,
se marchan siempre rezongando, prometiendo volver en seguida, preparándose ya
para quemarle la sangre al nuevo –debe ser una especie de novatada- e iniciar
de inmediato la más o menos larga marcha del regreso.
Me atrevo a pronosticar que en este caso y ocasión van a ver
lo que es bueno.
Porque lo suyo, por definición, es repartir la riqueza acumulada
durante los septenios de vacas gordas, y aquí, hoy, ahora, las vacas han ido
enflaqueciendo, diría si no me llamasen derrotista que hasta la anorexia vacuna
más evidente.
Cuando llegan momentos como éste, de echar cuentas a la
baja, se necesitan, además del sentido social ese que invocan, fuentes o
remansos de riqueza. Los remansos andan más que flojos y las fuentes, que aquí
fueron hace mucho las empresas públicas y hasta hace poco la indemnizaciones de
sus prejubilados, están secándose.
No quedan más que imaginación, investigación, esfuerzo y
tiempo, por ese orden. Y el tiempo, camino que recorrer o torrentera que nos
irá atravesando desde el principio hasta el final del proceso, será inclemente,
duro. Y menos mal, si a alguien se le ocurre en algún momento hacer el boceto
de un proyecto, un mapa, un plan que nos abarque y esperance.
Al final, lo que nos espera, de momento impredecible, serán
sin duda más dificultades. Este en que vivimos es un mundo, esta en que
sobrevivimos es una vida, ambos llenos de sorpresas y dificultades acerca de
que la pobre gente que somos teoriza sin parar, o, alternativamente, critica
que se teorice y al hacerlo incurre, por medio de algún ilustre pensador, en la
paradoja de estar teorizando respecto de una supuestamente estéril inutilidad
de teorizar.
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