Han concedido el Nobel a Vargas Llosa, y me pregunta, el primer contertulio habitual con que me encuentro lo que me parece y he de confesarle, lector adicto que soy, que no puedo opinar porque entre mis carencias está la de no haber leído a Vargas Llosa.
Inexplicable carencia, cuando suelo leer con frecuencia y voracidad, que si son las de cuando era más joven, todavía autocalificaría de notables por lo menos. Me pasa con algunos autores, tan sobresalientes como éste, de quienes, sin embargo, nunca leí nada. Y eso me trae a la conclusión evidente de que soy un mal lector. Hay algún defecto en mi afición, que me priva del conocimiento de unos, en muchas veces injustificado provecho de otros autores digamos menores cuyas publicaciones acecho en cambio para que en estos tiempos de librerías sin “fondo” y devolución de lo que no se vende, que acto seguido se “descataloga” y suele ser después un calvario rebuscar.
Me prometo a mí mismo explícitamente y de modo implícito a Vargas Llosa, una lectura de varios de sus escritos, que me permitirá sin duda adherirme con entusiasmo a quienes por lo que he leído unánimemente, aprueban el acierto este año de la concesión de este Premio. Opiniones que me perecen confianza, llenan El Cultural de hoy con esa unanimidad.
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