Primera lluvia, perezosa, desganada, cae rala sobre la exigüidad del río, que pienso que se encoge como escalofriado por las cosquillas que le hacen las gotas. Andan las truchas tan sorprendidas que se abalanzan sobre cada punto de impacto de las gotas, pensando que es comida. Pasa la nutria más pequeña, sacando el hocico nada más y allá arriba protestan con sus gañidos las gaviotas, que son como anarquistas, protestan siempre, cualquiera que sea el tiempo que haga. Enciendo esta máquina, copio el crucigrama de La Vanguardia, para hacerlo esta tarde, a la hora de las confidencias y las nostalgias, esa hora mala, enferma, durante que cada hombre es más débil que durante las otras. Después vengo al blog. Ya estuve en el periódico digital, donde siguen preocupando muchos de los asuntos de ayer, tan trascendentales como si estará o no preñada la señora o señorita de marras, si será o no cierto lo del dopaje, otro punto de vista respecto de los dicharachos de ese mozo, incansable como una antología de citas de sí mismo.
El periódico dice que hoy hay elecciones en Madrid, primarias, para seleccionar candidato socialista. Este año, los partidos mayores se parten por gala en dos o en más en muchas zonas, comarcas, autonomías y pueblos. Los jóvenes inquietos de derecha y de izquierda por un lado, las mujeres por otro, cada vez más militantes o afines se sacuden la uniformidad y la consigna y presentan sus candidaturas. Esta nuestra española es tierra donde o se es rabiosamente individualista o se forma parte de esa sempiterna manía de partir el censo por la mitad y reñir apasionadamente con la otra. Yo me permito seguir creyendo que hay que guardar de lo viejo y de lo nuevo y echar mano de lo oportuno sin perder de vista lo recién inventado.
Sigue lloviendo. Todavía con la mansedumbre desconfiada del otoño recién nacido. Tal vez la música apropiada para esta mañana de domingo sean unas sonatas de Beethoven para piano solo.
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