sábado, 23 de octubre de 2010

La muerte es vieja como una tía abuela
del siglo XIX. Cuando te haces mayor, viejo,
anciano
cada vez más decrépito,
se viste de niña faldicorta (para que la mires)
y te propone
jugar a los juegos de las niñas de entonces:
el escondite,
la gallina ciega
la oca.

Ella juega con ventaja –tú eres viejo y miope,
te mueves con torpeza,
vacilas.
Ella deja
que te cojas, pienso que le gusta,
a su cintura grácil.

Cada vez que te equivocas,
hace un quiebro,
se ríe,
como loca
y te finge otro modo de morir.

La muerte es juguetona,
Lolita,
más golfa todavía que la de Nabokov.

Viejo verde,
me dice,
anda, bésame en la boca.
No caigas, como yo, en la tentación.
Te besa
con la de Yorick y te propone
enloquecer con ella
de amor.

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