sábado, 2 de octubre de 2010

La cocina de la abuela,
piñas y carbón,
guiso cocinado a dulces,
planchas,
almidón
y ventana a la calleja.

María
o Leonor,
las viejas cocineras
de mandil y moño,
contaban a los niños cuentos
de un miedo
atroz.

La cocina de la abuela,
cobre para mermeladas,
sin cardenillo,
anís de guindas,
castañas
y manzanas en las baldas
de los armarios
de la ropa blanca.

Ahora, en otoño,
la cocina de la abuela,
a partir de las ocho en punto de la tarde,
se llenaba de ánimas
del purgatorio.

¡Niño, cuántas veces y cómo
te he de decir
que a partir de las ocho, no barras,
que por el suelo se arrastran
las ánimas!

La cocina de la abuela,
donde la vieja María
quemaba el arroz con leche
con una plancha.

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