martes, 26 de octubre de 2010

Mar azul,
de zafiro y espuma,
dime, madre,
¿cómo es posible
que no me trajeras, me enseñaras
a mirar cada día la mar?
¿por qué no veníamos
a mirarla,
cuando tú eras madre
reciente
y yo niño
que no sabía hablar?

Casi lo entiendo,
temías
que me enamorase de las olas
que vienen
y van.

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