sábado, 2 de febrero de 2008

Definición de fundamentalista que se me ocurre un sábado por la mañana: aquél que en mi opinión se equivoca pensando que sólo hay un camino para ir hacia Dios.

La vida se diferencia, también en mi opinión, del álgebra en que así como algunas ecuaciones no tienen más que una, en la vida todo tiene varias soluciones y cualquiera de ellas podría resultar acertada por válida, pero con distintas consecuencias añadidas. Pasa como con los medicamentos, que suelen tener un amplio espectro de consecuencias, unas útiles para curar la dolencia a que se aplican y otras que pueden generar dolencias o complicaciones nuevas.

¿Qué a viene todo esto? Pues probablemente a que ha vuelto el sol y arrinconado la tristeza que da esa especial oscuridad del cielo bajo, grisucio, casi amedrentador, que sin embargo da lugar a los numerosos, hermosos ruidos, soniquetes, rumores y estruendos del agua viva en que consiste también la lluvia. ¿Hay alguien que no haya tenido nunca la tentación acuciante de salir a sumergirse, recibir uno de esos chaparrones desmesurados con que nos cubre a veces el invierno?

Y a que un conocido, ayer, va y me espeta: te he leído ese artículo; criticas a unos y a otros, ¿qué, coño, eres tú, socialista o individualista, de izquierdas o de derechas? Estoy pendiente –le contesté y así creo que enfurecí un poco más- de que unos y otros me defináis vuestras respectivas características. Yo, entonces, adelantándote ya que es muy probable que apoye a cada uno parcialmente, os diré a cuál y por qué de momento y en esta ocasión provisionalmente prefiero. Un chaquetero –me dice- es lo que tú eres. Y yo: llámale como quieras a quien opina que ninguno tenéis toda la razón y sin embargo cada cual tiene algo rechazable y algo aprovechable, de modo que alternativamente podéis resultar preferibles para cada circunstancia político o económico social. Se fue bufando. También en política hay fundamentalistas.

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