viernes, 29 de febrero de 2008

A las cinco en la esquina,
en la esquina había un bar, hoy sucursal de banco.
Ya no es posible citarse en aquella esquina, supongo
que no se ocurrirá a nadie
citarse en la sucursal no se cuántos de tal entidad bancaria,
como si estuviese domiciliando una letra de cambio.
Sin embargo, estuve allí,
por si después de tantos años
hubieras decidido, como yo, volver,
pasó una viejecita encorvada, y yo,
me quedé pensando si debería haberte parado, preguntarte
si eras tú. Tuve miedo asustarte,
asustarla
en estos tiempos de tirones y atracos.
¡Tenía tantas cosas preparadas
para decirte!

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