En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
viernes, 1 de febrero de 2008
¿Es trampa? Debo los textos del martes, del miércoles y del jueves, es decir, el de hoy. Todos ellos de viaje, una vez más, para ir a intercambiar palabras al otro extremo de su trayecto. Sol al ir del martes, nieve al venir del miércoles. Así es el invierno. Tramos de autovía en que frenéticos trabajadores se afanan preparando alguna inauguración. Otros tramos de soledad. Sin más que otros coches que se quedan o adelantan, multitud de grandes camiones, y, llegando a Madrid, la interminable, numerosa caravana múltiple que es como una procesión de luces que vienen de cuatro en fondo por los carriles contrarios, a aquella hora de salir del trabajo y ¿huir? ¿De qué huye la gente que viene a dormir a las aglomeraciones dormitorio que rodean la capital como sus anillos rodean a Saturno, implacables?
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