viernes, 22 de febrero de 2008

JUEVES 21 DE FEBRERO DE 2008

El tren,
más aprisa que nadie, casi
volandero,
se ha comido el paisaje y donde antes
hubo árboles, casitas de juguete, ovejas,
asnos pensativos
y pastores absortos, no queda
más que un vago sonido y ya estás
en otra ciudad igual, y en otra, y en otra,
y, cuando vas a darte cuenta, estás
donde estabas,
como si nada hubiese ocurrido,
como si por fin hubieras descubierto con asombro
la mentira del tiempo
con que la eternidad en que vivimos se disfraza.

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