Mi primer día completo de salir sin jaeces, pero también sin albardas, después de casi medio siglo de llevar unos u otras. Y sentirme, consecuentemente, ahora mismo, como Platero con todo el prado por delante y la posibilidad de revolcarme por la yerba como otro asno cualquiera, cualquier burro de fábula o de conseja, como hacían los burros de nuestra niñez y decían nuestros mayores que estaban “ganando la cebada”, supongo que un tanto irónica expresión.
Salgo por el periódico y redescubro lo poco que he reservado, guardado para mí, que apenas me da el resuello para llegarme a correos, comprobar el vacío del apartado, seguir hasta el quiosco de los periódicos y volver a casa. Tal vez medio kilómetro escaso que he de hacer a ridícula velocidad de crucero para que el fuelle me alcance.
Un cabraliego, dice hoy el periódico de Oviedo en primera plana que mató a “una mujer de 75 años” “en una discusión por unas lindes”. Fue con una “fesoria”, herramienta clásica de agarradiellas repentinas durante el trabayo. El supuesto agresor, que se entregó a la Guardia civil, tiene 50 años. Poco motivo parece, pero es grave siempre en el campo, esto de las lindes, los linderos, los mojones que cierran espacios casi corporales de quienes los han venido trabajando durante incontables generaciones. Difícil para la gente de la urbe, ya, de entender, pero que está ahí y se destapa por media cuarta, medio jeme de terreno al cuadrado, unos milímetros de nada, empapados del sudor de los ancestros. Una verdadera tragedia ssin aparente motivo, que es como se fraguan las mayores tragedias.
También dice el periódico que Esperanza Aguirre pide que el PP y el Foro deben unirse “cuanto antes, mejor”, pero me temo que lo que se va a multiplicar en el PP van a ser separaciones como ésta, de que tal vez se podría seguir una no sé si construcción o reconstrucción de un partido parecido, pero diferente, pasado por el alambique de una puesta al día cada vez más aparentemente indispensable para que se encauce el debate político nacional a través de un contraste de ideas, sutilezas y correcciones que sustituya a los enfrentamientos y las ambiciones personales.
Una de las consecuencias de la subsistencia de las Comunidades es que progresivamente querrán en todas sus políticos “descentralizarse” siguiendo el ejemplo de las comunidades más caracterizadas, veteranas y antiguas. Podría hasta ser bueno para la buena salud de la democracia.
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