Un día, permitidme que os cuente, me hice socio del Barcelona CF. Preferí y de algún modo quise sumarme a aquel equipo, que entonces no ganaba, estaba en uno de esos períodos de eclipse total o parcial, que parece que un equipo se ha dormido, pero aún así, por su organización, por su trayectoria, me parecía un equipo de fútbol admirable.
Hacerme socio no me proporciona, no me ha proporcionado y es probable que no me proporcione nunca ventaja de ninguna clase, pero me permite presumir de estar asociado a un proyecto de jugar al fútbol, de asociarse y practicar deportes en general que considero extraordinario y desde todo punto de vista, aconsejable como ejemplo.
Durante tiempo, tuve que soportar las cariñosas tomaduras de pelo de los amigos, que me hablaban de la falta de títulos, de los vacíos que se incrementaban en las vitrinas de mi Barça.
Hasta que de pronto, un año, el equipo despertó y lo ganó todo, rompió y supero todos los límites y records precedentes, salvo, si ustedes quieren, que en seguida me tocarán el hombro para decirlo, las famosas nueve del Madrid en, cualquiera que sea su denominación, la copa de los campeones de Europa. Da igual, cuando puede decirse con singular orgullo que “nuestro” Barça está siendo el mejor equipo que en el mundo ha habido, cuando puede asegurarse que en el fútbol mundial se ha pintado una raya y para siempre se distinguirá ya el antes de este equipo y su después. Que habrá un después porque ni lo excelso ni las catástrofes duran siempre.
Todo esto no es sin embargo más que palabrería, cuando lo que quiero gritar hoy desde este rincón mío es que acabo de leer los discursos pronunciados en el Parlament catalán y protesto. Están ustedes todos, o la mayoría cuyas declaraciones y discursos leo equivocados, cuando dicen que puesto a currar este país es imparable y lo refieren exclusivamente a su valle, o que feliz país aquel donde nacen hombres como Pep Guardiola, y reducen su miopía a la comarca en que habitan. En mi condición de socio, como partícipe, me enorgullezco de lo que es capaz un equipo de chavales jugando con esfuerzo y sabiduría y de que gente como ésta comparta país conmigo. Porque ambos, este valle mío y vuestro valle, ésta mi comarca y vuestra comarca, son parcelas diversas, diferentes y diferenciadas de un país capaz de ser como entre todos somos y disfrutar de teneros a vosotros como paisanos, comuneros, amigos. Y socios.
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