lunes, 20 de septiembre de 2010

Casi liquidado el Dios los cría …, que dije. Torrente de manifestaciones con suyo aproximadamente setenta por ciento estoy muy de acuerdo y que dice en voz alta las cosas “out” de la conveniencias sociopolítica y socioeconómica al uso con que una gran cantidad de ciudadanos están evidentemente conformes en tierra de páramos culturales por fortuna decrecientes a pasos agigantados.

Cada vez hay más imbéciles, sin duda, pero también, por paradójico que parezca, hay más gente preparada, con unos currícula impresionantes, estudiosos, trabajadores, inteligentes. Lo que pasa es que todavía tendrá que irse un montón, en busca de puestos de trabajo dignos de su preparación y condición, que por desgracia escasean donde todavía no nos hemos querido dar cuenta de que por arte de birlibirloque y esfuerzo tecnológico, la humanidad ha dado en dos o tres generaciones saltos equivalente a los que antes se tardaban por los menos diez o veinte. Y que por añadidura esos puestos que los aguardan se hallan más allá de fronteras que para colmo no parecemos dispuestos a derribar para que la anhelada unión europea se haga realidad.

Para entonces, tendríamos que estar preparando resistencias adecuadas a las tensiones diferenciales que durante muchos años habrán sin duda de dificultar el sentimiento unitario que proporciona y asegura la convivencia. Como el de esos matrimonios que, pasado por entre Scila y Caribdis y transcurridos los peligros de separaciones, divorcios, malos tratos y demás disparates “in” de nuestra contracultura, ingresan en la apacible llanura de la ría por que discurre el convivir de entre los treinta y los cincuenta años de fragorosa, primero fogosa, luego serena convivencia en torno a la mesa camilla del diálogo en que crepitan las brasas de aquella química propiciatoria de esta aleación de dos en una carne, y yo añadiría que en un espíritu.

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