sábado, 25 de septiembre de 2010

Non licet importar lo indeseable. Y lo es un deliberado provocador. De eso ya tenemos bastante y no necesitamos pagar a alguien que mejor en su ámbito, su origen, su país, que ya sé que somos ciudadanos del mundo y que es derecho fundamental que respeto asentarte donde mejor te parezca y nacionalizarte donde convenga a tus deseos e intereses. Pero que sea sin olvidar que donde fueres, para empezar, hagas lo que vieres. Nadie está legitimado para llegar y tratar de implantar nuevos modos de desazonar a por lo menos la mitad, o, si quieres, una parte importante del personal de a pie del lugar de destino. Si vienes a tierra extraña, si se te llama, se te paga, y bien pagado, por ejercer tu profesión, trabaja y no molestes deliberadamente a los demás. Que estamos dispuestos a darte la bienvenida, a por lo menos tolerarte y respetarte, en la medida que nos respetes. Y si insistes en ese afán de molestar y decir en cada momento lo que más pueda descomponer, herir, desacreditar al vecino, aunque sea tu adversario, aunque no piense como tú, aunque entiendas que es obstáculo para tus fines, propósitos o ambiciones, alguien, y mejor que sea cuanto antes, te dará la patada de Charlot y te devolverá al sitio de donde entonces estará claro que no deberías haber salido.

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