No sé si merece la pena tratar de cambiar cosas de las que alguien dice que van a pasar. Es éste un mundo peculiar, el único que por cierto tenemos, en que inmiscuirse en un proceso cualquiera puede por paradoja ser contraproducente y servir de apoyo al contradictor. Tengo observado que si alguien con prestigio opina algo, cuantos lo envidian se ponen, en virtud de vete a ver qué oscuros automatismos psicológicos, en contra y así a favor de la postura contraria. Psicología y psicopatología se complementan o se suplementan, conforme a la también observada coexistencia habitual y pienso que necesaria da cada cosa y cada concepto con sus contrarios. Vivir no es un camino placentero, sino lleno de obstáculos, problemas y contradicciones, que, al resolverse favorable o desfavorablemente equilibran el hecho mismo de vivir, ¿Hecho? ¿acto?, la diferencia es evidentemente importante. El acto es deliberado, el hecho puede ser casual. En medio está la negligencia, que puede ser asimismo casual o responsable en mayor o menor medida. En Derecho, donde se hila muy fino a veces, cuando el que opina es un verdadero jurista, hay una extraordinaria meticulosidad en la determinación de los grados de diligencia exigible para exonerar de responsabilidad o para imputarla. Recuerdo siempre una frase de Saleilles, de frecuente cita, que dejó dicho que “la vida está llena de ruptura de unidades y de atentados contra la lógica”.
Puede que estemos aquí y disfrutemos del privilegio de vivir para enfrentarnos a esta curiosa situación de que cada paso, unido a la serie anterior y a los que queden por dar, supone el ejercicio de una opción y su conjunto establezca una conducta por entre cada idea y su contraria, equilibradas a cada lado y desequilibrantes con su respectiva atracción. En el ex libris inicial de “El filo de la navaja”, novela en su día llevada al cine, creo recordar que se decía que “el camino de la vida es arduo y difícil, como el filo de una navaja”. Más o menos, es la misma idea. Ah, si, el autor era Somerset Maugham, la escribió allá por los años cuarenta del siglo pasado y protagonizaban la película Gene Tierney y Tyrone Power.
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