martes, 28 de septiembre de 2010

El día de nacer no hay nada
que avise a nadie de lo que está pasando. Nacer
es cosa de mi madre y mía.
Llevamos nueve meses hablando,
acariciándote, yo, madre, a ti, por dentro,
tú a mi, lo sé,
como un ciego palpa y conoce,
mi cabeza,
las manos,
el sexo.
Nadie sabe como nosotros
que hoy es el día más importante que vamos a compartir,
éste
y el de morir uno de los dos, tú o yo,
sin habernos dicho todavía
las palabras todas con que nazco,
con que me esperas.
¿Qué pasa,
a dónde fueron
todas aquellas palabras que tendría que haberte dicho
y que dejábamos
de un día para otro, hasta no tener
ya
más que este silencio
con que uno vive ahora
cuando el otro está muerto.

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