lunes, 6 de septiembre de 2010

Sé, pero no puedo demostrar,
que la eternidad
cabe en la punta de un alfiler. No necesita tiempo
ni espacio,
es la superposición, en este instante
del recuerdo de ayer
y la imagen
de mañana.

En la eternidad se extinguen, todos a la vez,
los banqueros,
los usureros,
los ropavejeros
y demás pájaros carroñeros
del tiempo, que todo lo corrompe
convertido en dinero.

El dinero no es más que eso: tiempo
podrido,
corrompido,
amasado
con sangre y con sudor,
y con desesperanzas.

La eternidad no continúa mañana, no empezó ayer,
sino que hoy mismo es ya mañana
y todavía ayer

No hay comentarios: