Sé, pero no puedo demostrar,
que la eternidad
cabe en la punta de un alfiler. No necesita tiempo
ni espacio,
es la superposición, en este instante
del recuerdo de ayer
y la imagen
de mañana.
En la eternidad se extinguen, todos a la vez,
los banqueros,
los usureros,
los ropavejeros
y demás pájaros carroñeros
del tiempo, que todo lo corrompe
convertido en dinero.
El dinero no es más que eso: tiempo
podrido,
corrompido,
amasado
con sangre y con sudor,
y con desesperanzas.
La eternidad no continúa mañana, no empezó ayer,
sino que hoy mismo es ya mañana
y todavía ayer
No hay comentarios:
Publicar un comentario