En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
domingo, 5 de septiembre de 2010
La verdad es siempre una mentira que provisionalmente la sustituye. Así ha venido siendo durante la historia toda de los humanos. Filósofos eminentes han ido explorando supuestas verdades sucesivas y las han ido desnudando: esa tampoco era –nos confían a medida que obtienen conclusiones, cada vez más desesperanzados, más viejos y mas escépticos- Algún divertido filósofo ha llegado alguna vez a asegurar que no existe. Todo existe. Unas cosas en lo que llamamos realidad, esa conjunción espaciotemporal, otras en nuestra imaginación, algunas en la imaginación de los otros. Ha habido filósofo que con la mayor seriedad aseguró que es posible que seamos nada más que un sueño. El sueño duele, a veces, otras alegra. Eso lo convierte, por lo menos, en verdad provisional para quien ríe o llora. Como mi reflejo, que he mirado detrás del espejo, esta mañana, tras de parar la máquina de afeitar, y no estaba. ¿Dónde va nuestro reflejo, tan evidente al ojo, por más que nos fijemos, cuando damos la vuelta al espejo? Puede que él, a su vez, en su mundo, coincida siempre en mirar por detrás del suyo, cuando nosotros miramos por detrás del nuestro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario