domingo, 3 de junio de 2007

Cuando joven no podía perder el tiempo escribiendo versos,
ni siquiera los modestos ripios que hubiera podido escribir, como ahora,
porque tenía que hacerme un hombre de provecho.
Ahora
se me han olvidado, tampoco es tiempo. Tal vez
hayan volado, emigrado, mis posibles poemas
a un país, un planeta aún sin descubrir.
Lo único que sé
es que tengo las manos llenas de palabras
y no acierto a ordenarlas
para que resulte un hermoso conjunto, como un jardín,
ni siquiera como un ramo de rosas
o como una
melodía.

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