Pasa la lluvia de verano, como un arrapiezo, tabaleando en los cristales,
(y cuando
vas a mirar,
se ha ido igual que un amor u lo que sea
este sentimiento pasajero
que te deja agridulce no sé dónde, en qué neurona,
dicen que el corazón, en que el amor se para
a soñar sueños
de imposible
eternidad.
Por eso
¿qué culpa tienes tú de no enterarte
siquiera
de lo que yo te quiero aún?
Ya te dije que el amor,
lo llueve y lo deja de llover, con la misma indiferencia,
esa nube que pasa.
Tú y yo no existimos para ella.
Nos moja,
se va
y todavía hemos de agradecerle este espléndido regalo que nos deja
del recuerdo
de un día, una palabra, un beso.
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