lunes, 25 de junio de 2007

Un papel.
Algo así como desembarcar en una playa desconocida
sin naufragio que lo justifique.
¿Quién soy yo
para mancillar la arena con mis huellas
que ni siquiera son camino aún
porque no sé adonde voy, ni si merece la pena
que vaya en busca de la tribu salvaje
que acabará por comerme?
¿De dónde vengo,
para qué?
El papel, este mínimo paisaje
se extiende y me tienta, podría haber
extraños y tal vez maravillosos mundos,
podría ser éste el paraíso
perdido.
Incluso cabe en lo posible
que estés tú, mi amor, desembarcando en la playa del otro lado
y que mañana, sin ir más lejos nos encontrásemos
junto al remanso del río,
donde siempre,
donde nunca.

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