El día, me dicen, ha sido gris,
estuve en un bosque de palabras, las había
de todas clases, como suele ocurrir con las plantas y los árboles
de cualquier bosque que se precie,
supongo
que estaban el lobo, caperucita,
multitud de niños perdidos,
había otras palabras más pequeñas
que saltaban
por entre el follaje, como ardillas sabias.
Alguien me dice que en lo más profundo
tiene su casa un viejo, sabio, domador de palabras,
las pone en sus macetas, las escribe
en un libro que ha ido elaborando desde hace muchos años,
las sujeta
en los versos exactos de unos delicados poemas que jamás
deja leer a nadie.
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