Me han regalado un libro, me deslizo
palabras abajo, trepo
por abismos que las palabras abren,
honduras sonoras,
oquedades en cuyo fondo se adivina
que se baña a veces
la luna.
Las formas de las cosas, pienso,
no son más que sombra hasta que el sol las toca.
Cada una está ahí,
como el agua o el aire, sin forma
ni color,
y por eso la noche es siempre desmesuradamente grande
y a veces le cuesta tanto
parir el mundo entero en una sola
madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario