domingo, 10 de junio de 2007

El río, ya cerca de la mar
“que es el morir”
se amedrenta, de repente, le dice:
mira, quiero ser como tú –y se ensancha,
se llena de barcas, barcazas, barcos de vela pequeñinos,
en que los niños se embarcan,
salen a navegar y sueñan
que están surcando la mar
oceana-,
incluso se hace femenino: ría,
pero la mar,
inexorable,
lo espera disfrazada de espuma.

DOMINGO
Por fin, tiempo de hacer resumen de cuatro días durante los que anduve tan azacaneado que no tuve tiempo de cumplir mi propósito de un texto y un poema para cada día del año. Otro pequeño fracaso. Hay fracasos pequeños y fracasos grandes. Este dejémoslo entre los intermedios. No voy a caer en la tentación de hablar demasiado del fútbol, ese desmesurado negocio en que se ha convertido el deporte más popular, pero me molesta que ayer, en los últimos minutos de cada partido, hayan empatado el Madrid y el Barcelona, en provecho del Madrid. Un fin de semana desagradable, que convierte en trágico la absurda decisión de los que anuncian que en cualquier momento volverán a matar. ¿Qué es peor, matar o morir? Recuerdo el ex libris de una novela que acabé hace poco, en que, hablando de cierta ciudad, un autor dijo que es tal su clima que la mayoría de su población muere joven y los supervivientes la envidian.

Barro, tormenta, granizo
del tamaño de los huevos de paloma,
corremos todos, ateridos de pronto,
a la carpa, donde un toro semental,
echado en el suelo, nos contempla indiferente,
como si no pasara nada.

SABADO
Unos cuantos kilómetros más. Ahora, hoy, el más cansado sería el estómago, que no está para tantos días fuera de casa, entre caldos, salsas y potajes de sucesivos restaurantes y chiscones, pero lo menos bueno es el recuerdo de ayer, con sus desilusionadoras consecuencias, que ya van teniendo forma.

Lo más doloroso de morir, puede ser
tener que morirse
en el último lugar en que has vivido
sin admitir, el subconsciente,
que algún día tenía que ocurrir …

VIERNES
El viernes puede calificarse, según desde donde se mire, o como un error o como un fracaso. Si fue error, malo, pero si fue fracaso, mucho peor. Y de cualquier modo, mucho, trascendental y trascendente cansancio, más que de los huesos, hoy, de las neuronas fatigadas y de la ilusión desvanecida. Como digo, ha sido éste un viernes trascendente. Y lo será, en silencio. Me enteraré yo sólo.

Las laderas del valle, estos días,
imitan los colores de los cuadros de mi amigo Baragaña:
la retama,
dolorosamente amarilla,
la humilde lividez del brezo
y ese poliverde, que huele a lluvia reciente …

JUEVES
El jueves fue un día esperanzador. Cansado, pero esperanzador. Hacía en la carretera un sol de principio de lo que parece ser un caprichoso, pero a la vez cálido y húmedo verano. De todos modos, cien kilómetros ayer tarde, otros cien el jueves y la devoción de cien más el viernes, duelen en los huesos viejos, que hay ocasiones en que se adivina que piden descanso, lo que ocurre es que nos aguantamos en la medida de lo posible porque el descanso, a estas alturas, podría ser eterno, y la palabra, por sí mismo, ante lo incomprensible e ininteligible de su concepto, no es que asuste, es que amedrenta. -

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