En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
viernes, 28 de diciembre de 2007
Viaje hoy, viaje mañana. Salgo con poco día y mucha helada que se pega a la tierra como una delgada piel blanquecina que pesa sobre la hierba fatigada y la dobla. En muchos de los valles se ha remansado lo más espeso de la noche oscura, ahora niebla perlada, que pesa y no han podido levantar con sus picos las alondras. Se afanan los trabajadores de la carretera, que va a haber elecciones, me dicen, y hay que inaugurar a toda costa. De vuelta a casa, apenas una ráfaga de tiempo para hilvanar estas líneas y tratar de cumplir el propósito de completar un texto para cada día del año, con unos versos encima, atrapados de entre los muchos que el aire lleva estos días, impregnado como pasa del espíritu de la Navidad.
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