domingo, 15 de abril de 2007

Cada día es diferente de sus semejantes y así sigue ocurriendo durante los miles de días que vive por lo general una persona. Ni un día igual que otro, ni una persona que sea exactamente igual que otra. Y el quid de la cuestión cómo es posible que todo ese mosaico vivo y dinámico entrecruce sus componentes sin choques mortales. Hay muchos menos coches en cualquier carretera y casi a diario choca alguno con otro y se producen muertos y heridos decenas en el mundo. Como custodios de un orden, son mejores sin duda los ángeles, ¿O también niegan ahora la existencia de los ángeles? Están ahí sin duda. Revisan a diario las trayectorias de los planetas de cada galaxia, rectifican los pequeños desvíos de cometas y meteoritos, defienden a unas personas de otras, cuando están a punto de chocar a la salida del sol de cada día, ofuscados por cada renacimiento de la luz. La falta de cualquiera de los incontables ángeles que se deslizan a nuestro alrededor sin pedirnos nada a cambio de cada pequeño o gran servicio que nos hacen para acreditar así su convicción de que la caridad es lo fundamental y primero, originaría la catástrofe total del universo.

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