Puede que todavía
si buscas en los rincones,
halles un beso mío, de entonces,
cuando éramos tan jóvenes
que nos sobraba tiempo para todo y podíamos
permitirnos el lujo de que un beso
se nos cayera a veces, con las prisas.
Alguno habrá, tal vez debajo del armario del vestidor,
o en la salita
donde aquel primer televisor que tuvimos
que nos daba tanta risa cuando empezó a rizar las imágenes
y hubo que esperar
a tener dinero para sustituirlo
porque entonces,
no sé si recuerdas,
éramos gloriosamente pobres,
en casi todo lo que no vale para nada.
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