No se habla de otra cosa, una tragedia, le pitaron al Madrid dos penaltis, uno detrás de otro, sin inmutarse el árbitro, dicen que uno, hasta sin motivo. Y el Madrid perdió el partido ante un modesto equipo de Santander, que no estaba previsto que ganara.
El mismo día y casi al mismo tiempo, la Real Sociedad de San Sebastián, que este año es así como el vicecolista oficial del campeonato, le ha metido el agua en casa ar Beti, que ¡viva manque pierda!, pero eso casi no conmueve a nadie, fuera de los amigos, deudos y familiares de uno y otro. La tragedia nacional es la que afecta al Madrid, Real Madrid, al que ya es al parecer posible ganar de un penalti injusto –dicen- y otro en el último minuto, de que, estupefacto, he oído a un cronista aseverar solemne, que “es de los que no se pitan”. Uno ya creía haber oído y leído casi todo lo que cabe decir o escribir, pero siempre falta algo. Ahora, para poner la guinda a la diferencia entre guerras legales e ilegales y entre blasfemias con o sin causa justificada, en este capítulo tragicómico del fútbol, el más caro espectáculo bufo de la historia del hombre, inventan lo de penalti que, habiéndose producido, debe clasificarse entre los que deben o no deben pitarse y consiguientemente castigarse. Incluso en estos lúdicos espacios y aspectos de lo que llamaba esta tarde uno de mis contertulios la “confrontación convivencial”, “veredes cosas, mío Cid”. -
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