En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
miércoles, 22 de agosto de 2007
Hace entre ochenta y noventa años, los aborígenes de este lugar dieron en concebir una fiesta que prolongara su exiguo verano del norte e idearon san Timoteo, que justo hoy, día veintidós, se celebra. Lo que empezó por ser una romería campestre de la hora de la merienda, se fue convirtiendo en regocijo popular, inicialmente de un día, luego de la semana que viene desde el día quince, día de la Virgen de agosto, aquí del Rosario, en la cristiandad católica de la Asunción de Nuestra Señora, hasta hoy, toda una semana de charangas y cohetería, festivales gastronómicos y juegos florales, que culminan en procesión cívica, taraceada de bandas de música, bandines, requintos, charangas y agrupaciones de gaiteros, de gaiteras o mixtas, que va hasta el soto de la romería, celebra misa, saca al Santo, lo baila al son del “cumpleaños feliz”, lo pasea en procesión, lo vuelve a bailar, en el atrio de su capilla en medio de un soto, cantándole que “es un muchacho excelente” y se disemina a comer, beber, cantar, bailar, dormir y gastar en puestos de baratijas, avellanas torradas, comestibles, globos, donnicanores y chucherías hasta la anochecida, en que se agolpa de nuevo, se traslada hasta el pueblo, a eso de kilómetro y medio, y, al llegar, si aún queda valor, se chapuza en el río, justo al lado de las palmeras que intermedia del Ayuntamiento, en la plaza del cual, dos desaforadas agrupaciones musicales se turnarán hasta mañana por la mañana en un loco quebranto electrónicamente disparatado del silencio nocturno, A lo largo de estas ocho décadas largas, el evento se ha ido poblando de adornos característicos, a partir de un inicio consistente en repartir pan, chorizo, jamón y vino entre los romeros. El pan ha adquirido la forma de la letra inicial, la te, del nombre del Santo, el bollo se convirtió en bollo preñado y se acompañó de botella de vino, la gente acude provista de unos bastones pienso que oriundos de la vecina Galicia y hechos de cádava –aquí toxo- y pintados de rojo y amarillo, verde y azul en rayas entrecruzadas y vestida con una chambra de tratante de ganado –especie de chubasquero de cuello redondo, fruncida a la altura de los hombros, de manga ancha y larga, ajustada en el puño y cintura suelta -en el caso de los tratantes de color gris ratón- de variados y brillantes colores, lisos, rayados o a cuadros, según los grupos de amistades, las familias, las charangas y las peñas –la más antigua a cuadritos pequeños, azules y blancos-. Hay algunas tonadas y piezas musicales que a fuerza de repetirse año tras otro, se han hecho proverbiales, alguna habanera nostálgica, para cantar con lento y cadencioso balanceo en los momentos tristes de la celebración y se dispone de un himno descriptivo de la espiona dorsal del festejo, que empieza: “Día de san Timoteo, día del santo Patrón, despiertan a los vecinos a golpe de volador …”
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