En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 28 de agosto de 2007
Supongo que ha de ser así, que la vida ha de hacerse como quien peregrina, anda que te andarás, buscando caminos, que lo peor es por el desierto o por un prado sin huellas, porque en la selva los caminos ya sueles estar abiertos, marcados y con las lianas cortadas a golpe enérgico de machete de aventurero. Hay quien los encuentra y quien no, por mucho que se desespere, que esto del vivir es caprichosamente caótico ya desde que naces y el mero hecho de caer de un lado o de otro del mundo o en una familia o en otra, condiciona y te ayuda o no a formar un carácter. Y no sabes lo que puede ser mejor, si crecer en un estado de necesidad que te obliga a ir afilando las armas de que vienes dotado desde bien pequeño, madurando en personalidad con las prisas de tener que luchar por cada cosa desde el umbral mismo de la niñez o haber nacido en ambiente donde ya te están cubriendo las necesidades antes de tenerlas, con lo que al final, dispusiste de los medios tan pronto y con tanta facilidad que como mucho lo que logras es convertirte en un teórico sin mínimos de inteligencia práctica. Tiene razón no sé quién que dice que hay hasta siete inteligencias posibles, o tal vez más, según añaden otros autores. Gracias o a pesar de lo cual, el asunto de vivir no es nunca lo rutinario que aparenta y bajo la sonrisa o la adusta cara de malos de muchos, hay torrentes caóticos de vida interior que desembocan en las ciencias y las artes, con estruendo de cataratas..
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