En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 20 de marzo de 2007
De modo inesperado, desplegando todas sus artimañas de agua, viento, aguanieve, mezcladas con efectos del cambio climático que hay quien dice que no existe, que no es más que un cuento chino de los ecólogos, pero hasta ahora, aquí, en mi entorno, no había visto la tentativa del viento, como ayer, cuando hubo un momento en que trató de convertirse en tornado y movió las cajas de fruta por la plaza como si fuesen plumas y la gente se refugió, asustada, en los soportales, y el viento, tal vez arrepentido o tal vez asustado de su audacia súbita, se escondió dentro de sí mismo, al acecho sin embargo, con un insólito jadeo ominoso.
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