jueves, 1 de marzo de 2007

El relojero, absorto,
hurga con un solo ojo
en los entresijos del viejo reloj del abuelo,
¿qué busca?
tal vez el tiempo perdido, triturado
entre las rudecillas dentadas?
Mete una tenacillas, aparta
la delicadísima textura de los temblorosos élitros
que se entrecruzan y son tal vez
los que mueven, empujan,
inexorables,
el tiempo.
¿Dónde está? –le pregunto-
-¿Dónde está quién o qué?
-El tiempo.
-No se ve, hijo mío, el tiempo
es el alma del reloj,
yo no arreglo más que su cuerpo.

No hay comentarios: