jueves, 8 de marzo de 2007

Hace muchos, muchos años, se perdieron los territorios ultramarinos de que los conquistadores habían tomado posesión para la corona de España. No se perdieron de golpe, sino poco a poco, dolorosamente, entre sangre, sudor, enfermedades y lágrimas. Al final, las últimas hilachas del imperio donde no se ponía el sol fueron las islas Filipinas y la de Cuba, con su hermosa perla de La Habana, nunca suficientemente añorada. Todo ello, sin embargo, cede en manifestaciones de dolor ante la tragedia de que el Madrid y el Barcelona, ambos clubs de fútbol, hayan sido eliminados de una competición europea. En el fondo tiene gracia la opinión, latente en comentarios y lamentaciones de partidarios de ambos, entre que se divide la mayoría de los españoles, aproximadamente aun cincuenta por ciento para cada cual, de que ambos tendrían que ganar siempre, sin excepción y tal vez ser campeones conjuntos de cuantas competiciones en que participasen. ¿Y para los demás, que supongo tendrán su corazoncito, qué?

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