lunes, 12 de marzo de 2007

Manosean la palabra justicia hasta vaciarla. Lo hacíamos de niños. Tomas una palabra y la repites una y otra vez hasta que de repente no significa nada, se convierte en la piel vacía, el exuvio de un sonido. Y es que la justicia, como la verdad, forma parte de esa maraña de conceptos que todo ciudadano sabe en que consisten pero se conforma con que, cuando más, los disfrutemos a medias, como si fueran sombras de sí mismos, tal vez ecos, en que ya se ha perdido, en el vaivén, la mitad del sonido originario, que llega caricaturizado, como eso que a veces llaman justicia y es su remedo, eso sí, adornado con muchísima palabrería. Estoy convencido de la la justicia, la verdad, la paz, la libertad y todos esos otros conceptos tan de ocasión como en cada época nos vende el fenómeno contracultural, si algún día llegamos a disfrutarlos, comprobaremos, atónitos, que consisten en un trazo único, y hasta tal vez una sola palabra o muy pocas, bastarán para describirlos.

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