sábado, 17 de marzo de 2007

Me mira
con ese aire de esperanzada confianza,
sin alegría ni rencor,
me dice:
no soy bueno ni malo, no soy capaz,
¿me vas a querer menos
por eso,
si sabes que yo no es que te quiera, que no sé,
es que confío en ti, nada menos
que para sobrevivir?
Me mira, mueve la cola,
salta a mi alrededor, me exaspera,
pero sé que no sería el mismo
sin esa mirada suya
con la que me agradece sin medida,
simple y sencillamente
que le permita estar ahí,
convivir,
mirarme como me mira,
sin alegría ni rencor,
que a él le basta estar vivo,
cerca de mí.
Naturalmente es mi perro, o no sé,
Si, según su criterio perruno,
el perro a que de algún modo pertenezco.

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