jueves, 22 de marzo de 2007

La luna reza
la frágil oración de su luz,
la misma luna que, llena, vino a la fragua
-dijo García Lorca-
a que el niño la mirase.
No me extraña, te hechiza
esa oración que improvisa, como de luz apagada,
rescoldo de luz,
que cuelga de las nubes, la ves
y te parece estar en una estancia,
de tiempo abandonada
en cuyas ventanas cuelga,
susto y temblor
una luz vaga
que atrapan los jirones de cortinas
y la convierten
en memoria de vida ya vivida,
olvidada por todos,
en luz de la luna,
mágica.

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