Los cristales de mi ventana lloran
esta mañana;
casi seguro
que hay niebla en el fondo del valle y oculta el agua viva
para que oigamos mejo ese rumar del agua
que huele a primavera, ya.
Lloran, los cristales,
igual que mis ojos deslumbrados de frío
al salir a la calle a degustar este aire
hecho de espuma, niebla y el desasosiego
de esta primera luz,
hoy helada
del alba.
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