Es prodigioso,
un milagro, tal vez,
que podamos comunicarnos, que yo te diga
lo que siento y tú
te estremezcas
al compartir conmigo un sentimiento, una idea.
Tal vez eso que llaman
pecado original
haya consistido en que cualquiera de nosotros
haya profanado las palabras,
destinadas a comunicar amor,
para herir a alguien.
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