Han inventado el crucigrama nuevo, de finales del siglo pasado, siglo XX, que juega a ser diccionario de ingeniosidades en lugar de serlo de palabras. Es divertido. Juega con los truncamientos, las porciones de palabras y los juegos de ellas, las frases hechas y las más diversas figuras retóricas. Lo tomo y lo dejo, durante el día. Lo suelo tomar y dejar cansado, hasta que de pronto, en un momento más lúcido, lo veo completo y lo acabo en un santiamén. El autor, en su casa, seguro que se entera, levanta la cabeza de la labor de preparar otro, me guiña el ojo y sonríe cómplice. Hay ocasiones, sin embargo, en que se llenan unas cuadrículas de rebote, pero se ignora la relación que sin duda hay.
Sigue lloviendo.
Dicen ahí fuera, en la calle, que no hay verano, pero yo creo que lo que pasa es que hay un verano de otra manera. Parecido a los que recuerdo de la niñez de la costa del norte. Esta misma de ahora. Muchos, agobiados por el calor de lo que ya considerábamos tendencia del “cambio climático”, llegamos por lo visto a creer que no volverían los veranos de chubascos y paraguas y novela en mano, junto a la ventana desde que tampoco se ve ni pasar ni venir, como sin duda pasa y viene, el tiempo.
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