Echo al agua una rosa,
digo, al oído del río, pegado al agua,
una palabra de amor,
quiero que las lleve lejos,
hasta la playa
donde haya una mujer sola,
cansada, escéptica, absorta,
que las recoja
y las lleve y las esconda,
en un rincón de su alcoba
de mujer cansada,
casi
nada más que su sombra.
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