Todo, alrededor, es tierra amarilla,
se agazapa el pueblo,
podría estar vacío, alrededor
de la iglesia enorme, que tiene la torre
borrada de niebla.
No hay nadie, al parecer,
o todos
los vecinos se han disuelto en la niebla
o vuelan, disfrazados de estorninos, en bandada.
La radio sigue hablando de elecciones,
de partidos políticos,
de buenos –siempre los nuestros- y de malos
-los de ellos-,
pero algo está pasando en esta tierra, donde parece
que no queda nadie
para escuchar.
Tal vez, después de todo, haya esperanza
para todos.
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