El timbre del despertador
te recorre la espina dorsal como un chorro de agua helada,
cae, gota a gota, el sol,
la primera voz amiga, dice
que buenos días, hace frío y sol,
poco a poco
te vas, me voy reconstruyendo,
hasta llegar al espejo de afeitar, mirarme:
ése no soy yo, ¿quién me cambiado esta noche?
No hay comentarios:
Publicar un comentario