Entro en el año con esa cautela
del que no sabe
lo que hay más allá de un beso robado,
si el amor o la nada,
si la osadía de soñar nos lleva a un nuevo continente
o al vacío
que es donde jamás ha olido a nada una rosa,
ni ha habido, tal vez
ninguna rosa.
Entro ciego en el año,
con ambas manos extendidas en tu busca,
sin saber aún si existes
o no eres más que el beso soñado
cando yo mismo no era más que un sueño, y por eso, hoy,
primer día
de año nuevo,
apenas lo recuerdo
con este hilo de vida que me arrastra.
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