Hoy, los versos
de todos los poemas de todos los poetas del mundo,
van, traqueteando,
enganchados en el arrastre de madera de ese niño
de los ojos grandes
que atraviesa el parque
consciente de su propia importancia,
procesional, deslumbrado y deslumbrante.
Han venido los tres Reyes Magos, esta noche, y, a una,
engancharon de la mano del niño la interminable retahíla de vagones
de la felicidad,
que le permite, en este preciso momento, y tal vez
para siempre,
la persona más importante del mundo.
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