martes, 15 de enero de 2008

Me gustaría tener una margarita
-no nacieron, todavía,
no hay más que flor en las mimosas de la cantera vieja-
para preguntarle:
si, no; si, no, si el viento
pasará airado, sin decirme, sin dejar caer ninguna
de sus palabras.
Me gustaría sosegarlo,
Espera –le diría-, pero hoy tiene prisa,
se adivina,
por llegar a contarle no sé qué a alguien
que sin duda necesita saber algo realmente importante,
un nombre,
un amor,
¿quién sabe las razones
y los caminos del viento?

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