En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
jueves, 24 de enero de 2008
Hay, dicen, dos maneras de oler una flor: cortada y en la mano, agonizante o viva, en el jardín, cubierta de rocío
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